El pádel, en un momento clave (y el Clúster tiene que hacer valer su fuerza)

Redacción - Tradesport13/06/2023
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Después de unos años creciendo a un ritmo vertiginoso, el universo de las palas de pádel vuelve a estar en una situación complicada. No a nivel global, porque su potencial sigue intacto, pero sí que necesita, sí o sí, mirar las cosas con perspectiva y reordenarse. Como lo ha necesitado otras veces, sí, pero esta vez hay un actor que puede y debe ser determinante: el Clúster Internacional del Pádel.

El problema actual del pádel no tiene absolutamente nada que ver con la práctica. Al contrario. Los índices siguen siendo muy buenos y la progresión es la esperada: más pausada que hace dos o tres años, cuando la práctica se disparó exponencialmente con la pandemia, pero manteniendo un crecimiento sostenido. Cada vez juega más gente… y cada vez en más sitios. Y eso, por muy complicadas que estén las cosas en otras “parcelas”, es una garantía. Porque, aunque no sea proporcionalmente, a más jugadores, más ventas.

Con el tema de la práctica “solucionado”, la gran asignatura pendiente del pádel (asignatura que ya suspendimos hace años) es, por decirlo de alguna manera suave, la deslealtad de muchas marcas a la hora de gestionar sus ventas. O dicho de otra forma: la preocupante facilidad con la que muchos revientan precios para sacarse de encima un stock que, este último año, se ha disparado.

El problema, en la raíz, es de previsión. De pésima previsión. De dejarse llevar por la euforia – y por el miedo a quedarse sin producto- y no dimensionar el mercado. Porque el problema fue que, en un momento en el que la demanda era muy buena, las marcas no tenían stock por los problemas que la pandemia provocó en la cadena de suministros. Y claro, las tiendas programaban sin contemplaciones para asegurarse de que algo les llegaría, y las marcas mandaban a producción cantidades exageradas de palas para asegurarse un mínimo y tener stock ante una demanda tan fuerte.

Y de pronto la producción se reactivó y marcas y tiendas empezaron a tener lo que habían pedido. Que era demasiado. La demanda seguía disparada, pero la oferta lo estaba todavía más. En producto y en nuevas marcas que querían aprovechar ese boom del pádel. Y claro, cuando eso pasa, y tiendas y marcas tienen sus almacenes llenos, la solución más fácil es reventar el mercado. Y si eso lo hacen las marcas “secundarias” el daño es relativo, pero si lo hacen algunas de las grandes, y con una política muy agresiva, el problema sí que es grave. Gravísimo. Y lo peor de todo es que no es la primera vez que pasa. Y es obvio que no hemos aprendido nada.

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Tropezamos con la misma piedra. Otra vez. Pero lo peor de todo es que ahora el consumidor ha cambiado. Compra, seguramente tanto como antes, pero ya no compra tan caro. Sabe que puede encontrar muy buenas palas a mitad de precio. O más. Mucho más. Y sabe que el mercado está completamente pervertido y que puede tener acceso a ofertas simplemente escandalosas. Y la tienda, esta vez, no tiene toda la culpa. Porque tiene detrás a muchas marcas que casi regalan sus productos. Porque necesitan sacarlos del almacén si quieren tener ciertas garantías para producir la próxima colección.

Se habla de darwinismo. Y se habla de que si las cosas no cambian en breve la mortalidad de marcas será de campeonato. Y puede que así sea, pero el problema no es si hay 5, 15 o 50 marcas. El problema es si las que hay, si las que quedan, van a seguir reventando el mercado cada vez que las ventas bajen o el stock suba. Y no son todas, solo faltaría, pero las que lo hacen provocan un efecto dominó que arrastra a todo el segmento. Y lo peor de todo es que algunas de las que lo hacen tienen el cinismo de quejarse de esta situación en los medios.

EL CIP, más necesario que nunca

Hace apenas tres años el pádel dio uno de los pasos más importantes que ha dado en la última década: unirse bajo un mismo paraguas para defender intereses comunes. Así nació el CIP y su recorrido en este tiempo sólo puede calificarse de excelente. Ha reunido a todas las grandes marcas y ha conseguido cosas que hasta hace muy poco parecían imposibles.

En su “hoja de ruta”, el CIP se marcó varios objetivos, entre los que evidentemente destacaban su papel a la hora de representar y defender los intereses profesionales y empresariales de sus afiliados ante todo tipo de organismos públicos y privados, promover y fomentar la práctica deportiva del pádel, o promover y fomentar la internacionalización de este deporte. Pero en esa lista de objetivos prioritarios también había uno que, hoy por hoy, parece prioritario: promover la buena práctica, nivel de calidad, racionalización, desarrollo, fomento y protección de la actividad común de sus asociados. Dicho de otra forma: intentar que las marcas que estén asociadas al clúster actúen con cierta ética y sin llevar a cabo estrategias que puedan dañar al segmento.

El Clúster se ha ganado a pulso su derecho a tomar partido en este asunto. Tiene poder y debe aprovecharlo. Y puede sentar en la mesa a los grandes protagonistas del pádel para intentar “normalizar” la situación. No es fácil, porque es un problema puramente comercial y el futuro de muchas marcas depende, en gran parte, de su capacidad para liquidar cada temporada su stock, pero lo que parece evidente es que hay que impulsar ciertas dinámicas para evitar que el efecto contagio nos haga perder lo mucho que hemos ganado en esta última década. Porque llegan muchas oportunidades y no las podremos aprovechar si nuestro mercado interno sigue tan revuelto.

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